viernes, 1 de noviembre de 2013

Los Beisbolistas del Sahara

¿A quién le sirve hoy un partido de béisbol en el desierto?  Una crónica de Leonardo Faccio
Ilustraciones de Martín Elfman 2012.


Faccio
Muna Alialal, una niña saharaui que vestía una camiseta con el dibujo de un corazón, me llevó una tarde a ver un juego de béisbol en el desierto. En el sudoeste de Argelia, donde estábamos, las carreras de camello siguen siendo el deporte tradicional, el calor asciende sin freno a los cincuenta grados y los espejismos son parte de la ficción natural del día. Ver un partido de béisbol en el Sahara parece una ilusión óptica, sólo que el bateador estaba realmente allí: llevaba un turbante en lugar de casco y había siete jugadores que corrían descalzos por la arena. Habían puesto cartones para marcar las bases, y el campo de juego era la planicie de piedras y arena conocida como hammada, una palabra árabe que nombra a la porción más árida del páramo más gigante del mundo, y que los beduinos, los nómadas del desierto, usan para mandarte al infierno. La pasión por pegar a la pelota con un bate había llegado hasta donde uno puede morir deshidratado sólo por caminar rápido. Allí los pies se hunden en la arena y sientes que envejeces con cada paso que das. Sólo los niños, inconscientes, corren sin tener una meta. Muna Alialal había nacido allí: en un campamento de tiendas de lona y casas de adobe cerca de las fronteras de Marruecos y del Sahara Occidental, la tierra de la cual toda su familia había sido desplazada. No tienen trabajo ni moneda propia. Hoy viven más de ciento cincuenta mil saharauis refugiados en este rincón de Argelia. También los beisbolistas del Sahara.
—Vamo’ mi yunta —alentaba un hombre de turbante.(Para terminar de  Leer más, entrar en la siguiente enlace) 

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