Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
Aunque en África subsisten demasiados conflictos, el que vive desde hace varias décadas la República Árabe Saharaui Democrática es uno de los de mayor relevancia geopolítica, pero ocupa poco espacio en los medios y en la agenda internacional.
Se trata de un territorio desértico de 284 mil kilómetros cuadrados, con una población de 260 mil habitantes de lengua árabe que profesan el Islam. Es una región que, desde el reparto colonial de África, en la Conferencia de Berlín (1884–1885), conoce solo violencia y agitación. Y se mantuvo bajo el dominio de España, de 1935 a 1976, cuando las fuerzas ibéricas abandonaron el país.
La República Árabe Saharaui Democrática (conocida también como Sahara Occidental) es una nación sin estado formada por la antigua provincia española del Sahara Español que fue anexada en 1976 por Marruecos y Mauritania y luego completamente ocupada por Marruecos en agosto de 1979, al retirarse Mauritania de la zona que ocupaba.
Su independencia fue planteada por la ONU a España en 1967, pero la disputa entre Mauritania, Marruecos y España por el territorio supuso un serio obstáculo. En noviembre 1975, España firmó los Acuerdos de Madrid por los que se constituía una Administración Tripartita temporal en el Sahara, formada por Marruecos, Mauritania y España, cuya vigencia se preveía hasta el 28 de febrero de 1976 y cuya finalidad era la celebración de un referéndum de autodeterminación en el que el pueblo saharaui debía decidir sobre su futuro. La situación de inestabilidad en el territorio provocó la retirada de España el 26 de febrero de 1976 y la autoproclamación de la República Árabe Saharaui Democrática el día 27 de febrero de 1976.
Sin embargo, como explicó el embajador de ese país en Cuba, durante la emisión de la Mesa Redonda este lunes, la República Saharaui desde ese entonces sufre del despojo de parte de su territorio por parte de Marruecos, quien ha construido un muro de más de 2 000 kilómetros que divide la geografía de este país.
Aunque ya fue reconocida por 84 estados, el Frente Polisario sigue trabajando activamente para que la comunidad internacional reconozca a la República Árabe Saharaui Democrática como Estado independiente. Durante los últimos años explora la vía política para conseguir tal fin. Además, con el apoyo internacional, aspira a recuperar diplomáticamente los territorios pertenecientes al Sahara Occidental que le fueron arrebatados durante la guerra con Marruecos. Su principal dificultad es que Marruecos cuenta con intereses comerciales en muchos países del mundo y trabaja activamente en sentido contrario al reconocimiento de esta nación.
Las conversaciones con el país interventor comenzaron desde 1989, pero existen discrepancias sobre el censo que debía usarse en la consulta. El Frente Polisario sostiene que la base del censo debería ser el censo español de 1974, en tanto Marruecos sostiene que el referéndum debe contemplar a los actuales pobladores del territorio. De esta forma, el referéndum se fue aplazando.
En enero de 2000 se completó el nuevo censo, pero de nuevo los desacuerdos entre Marruecos y el Frente Polisario impiden la celebración del referéndum. Ese año, Marruecos expresa su intención de negociar con el Frente Polisario la concesión de cierta autonomía al Sahara Occidental, pero cerrando la puerta a cualquier referéndum. En enero de 2003, el enviado especial de la ONU, el antiguo secretario de estado estadounidense, James Baker, se entrevistó con representantes de ambas partes proponiéndoles una programa (Plan Baker II) que incluía una amplia autonomía del Sahara Occidental dentro de Marruecos como fase previa a la celebración de un referéndum sobre el estatus final del territorio en un plazo de cuatro años. Tanto Marruecos como el Polisario rechazaron la propuesta en marzo.
No obstante, el Frente Polisario cambió de opinión en julio, aceptando el plan. No así Marruecos, que seguía manteniendo la marroquinidad del Sahara y su rechazo a la opción de la independencia.
Hasta el momento no se ha llegado a ninguna solución ni, por descontado, a la celebración de ninguna consulta. Mientras tanto, los refugiados saharauis siguen en el desierto argelino, fundamentalmente en los Campos de refugiados de la provincia de Tinduf.
En estos duros años de lucha, explicó el diplomático, hemos sufrido bajo la ocupación Marrueca, que está violando los derechos humanos en Saharaui Occidental. “Estamos haciendo llegar nuestra voz a nivel internacional para denunciar las violaciones de Marruecos contra nuestra población.
Desde 1991 hay un alto al fuego, hay un plan de paz que la ONU, y no se ha podido firmar un acuerdo porque hay apoyo del occidente a Marruecos”.
La ex colonia española, ocupada por Marruecos hace casi 40 años, sueña con la independencia o, al menos, con la autonomía administrativa. Sin embargo, como advierten los expertos, el camino será largo y minado, debido a los múltiples intereses regionales sobre esta desértica región, dueña de una historia complicada.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha adoptado varias resoluciones en las que, en general, hace un llamado al referendo para que la población decida si quiere independencia total o autonomía dentro de Marruecos; las dos partes han accedido. El gran punto de contención es sobre quiénes pueden participar.
Para Marruecos, a favor de la autonomía, deben hacerlo todos los habitantes menos los refugiados de Tindouf por estar “fuera del país”. Para el Polisario, que desea la independencia, no deben votar los que llegaron con la Marcha Verde, por ser “extranjeros”, pero los refugiados sí. El resultado dependería claramente de quiénes puedan votar.
Varias mediaciones y negociaciones entre las partes, misiones de la ONU y enviados especiales no han logrado ponerle fin al conflicto; la posibilidad de que la República Árabe Democrática del Sahara triunfe en su lucha no parece dibujarse con nitidez en un horizonte cercano.
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